Mientras la música entra por mis oídos, mis ojos se cierran
tratando de sentir cada vibración que enciende mi libido y baja justo hasta mis
caderas moviéndolas con suaves y sexys movimientos, mientras las ganas se
apoderan de mí, deseando con fuerza poder estar en una disco haciendo los mismo
movimientos, al ritmo de la música “prohibida” que me niego a aceptar que me
gusta bailar.
Imagino esa sensación de bailar junto a un chico que recorra mi
cuerpo con sus manos y disfrute, mientras la zorra que llevo dentro sale para
disfrutar del momento en el que nuestros cuerpos se rozan sin cesar, mientras encierro en mi interior con todas las
fuerzas, mi versión cuerda y poco atrevida, antes de que dañe el momento con su
moralidad y reglas que nunca me permiten divertirme.
Un golpe en mi puerta me obliga a quitarme los audífonos y
mi mundo de lujuria se desvanece bajo mis pies. Con tristeza vuelvo a mi
realidad y abro la puerta de mi habitación…
LIZ